Espero que lean bien los datos y no se lleven sorpresas .-.
La continuación está subida... lo que no diré donde para que opinen, si no opinan no hay continuación.
P.D: Sigue sin haber un mínimo de firmas para actualización~~ y ya no me aburriré de nuevo para actualizar sin mas -w-
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Título: Lo siento
Autor/a: Sorichan
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Pairing: 8059 ( Yamamoto x Gokudera )
Raiting: NC-13
Advertencia: Muerte de un personaje.
Disclaimer: Ninguno de los personajes aquí nombrados me pertenece.
Sinopsis: En su día libre Gokudera aguarda por la llegada de Yamamoto, sin embargo un "lo siento" lo descoloca y lleva a una disputa sin vuelta atrás.
N/A: Es mi primer drama y el ficc fue creado para el cumpleaños de mi Gokudera ;-; Tiene continuación, esta es como lo vive Gokudera y el siguiente es lo que ocurre con Yamamoto, además del verdadero final del ficc. Si gusta, dejaré la continuación.
Lo siento, Hayato.
Si diez años atrás le hubieran dicho que sus celos no iban dirigidos hacia su “juudaime” sino hacia aquel bastardo que se atrevía a tocarle con toda confianza, hablarle cuando él tan solo le ignoraba, que se reía a carcajadas cuando le insultaba… los hubiera matado a todos. Sin embargo ahí estaba él, observando el camino por el que se había ido hacía media hora como si esperase a su regreso.
Sabía que esa vez no iba a volver. Sabía que las palabras recién dichas le iban a doler.
¿Por qué no se atrevía a decirle “te quiero” después de diez años de conocerle? ¿Por qué siempre que el otro se le declaraba lo mandaba a volar?
… Porque era un idiota.
No podía encontrar otra respuesta a todos esos interrogantes que surcaban su mente, sabía que el día en el que pudiera decirle la verdad sería tarde y ese día le había quedado mas que claro.
Fuera estaba lloviendo, “Juudaime” le había dado el día libre después de una semana de viaje y como todas las noches anteriores esperaba su visita. Sus cálidas yemas acariciaban aquel frío cristal, observando como la lluvia impactaba contra este con fuerza. El aire azotaba con fuerza, en ocasiones el cielo oscuro era iluminado a causa de la tormenta. Dudaba que él fuera a venir ese día, dudaba que se arriesgara a cruzar la ciudad solo para ir a verle.
Sin embargo se equivocó.
Seguía observando aquel cielo destellante cuando el sonido del timbre le regresó de pies a la realidad. Con calma, sin preocuparse de quien pudiera ser, giró el rostro para ver en dirección a la puerta a la espera de que quien fuera se marchara. Mas su deseo no fue escuchado. De nuevo el timbre sonó, esta vez acompañado por suaves toques en la puerta.
— ¡Gokudera! Por favor abre, aquí fuera hace frío.
Aquella voz… a penas segundos tardó en reaccionar, él había ido a pesar del mal tiempo. Corrió a su encuentro evitando el caer ya estando cerca de la puerta, por alguna extraña razón ese día estaba nervioso. Abrió la puerta de par en par, sus parpados se encontraban abiertos por completo debido a la sorpresa, ¿por qué siempre tenía que hacerle equivocarse?
— ¿Ah? ¿Viste un fantasma o que?
Aquella sonrisa burlona que acompañó la pregunta le hizo estremecer. Desvió la mirada a un lado, sabía lo que había ido a hacer y como siempre no iba a ponérselo en bandeja. Cerró la puerta dejándolo nuevamente fuera.
— ¡Oe! ¡¿Gokudera?! He venido para hablar contigo, no me dejes fuera.
Hubo silencio y ningún movimiento por parte del albino. En ocasiones como esa se preguntaba hasta dónde era capaz el otro de llegar para poder estar con él aún cuando nunca le había dicho un “te quiero” o algo similar, ni siquiera lo demostraba. Entonces, ¿por qué…? ¿Por qué seguía yendo día si y día también?
Y así había comenzado el día junto a él. La rutina, al llegar él le cerraba la puerta en las narices, lo dejaba por un rato fuera y al abrirle lo agarraba hacia si para buscar sus labios en desespero. Pero ese día algo no iba bien.
Tras el silencio, el joven de ojos esmeralda pudo escuchar unos pasos fuera que se alejaban. Espera, ¿se estaba marchando? De nuevo sus ojos se abrieron cual platos y rápidamente abrió la puerta, efectivamente… él se había ido. Apretó los labios con fuerza, nunca se hubiera imaginado que ese día se iba a ir así sin mas, sin siquiera decirle adiós.
No lo vio venir. Su mirada seguía observando el supuesto camino que había echo el otro hasta que un par de fuertes brazos le rodearon por la espalda.
— ¿Pensaste que me iba a ir? - susurró cerca su oído, provocando que aquel cuerpo de apariencia frágil se estremeciera entre sus brazos.
— Idiota. Ahora debería dejarte fuera por querer engañarme - gruñó entre dientes, odiaba los juegos del otro.
Tan solo pudo ver una pequeña sonrisa lasciva en aquellos labios antes de que aprisionaran los propios. No pudo reaccionar, antes de darse cuenta su cuerpo estaba siendo dirigido hacia el interior del hogar.
Escuchó la puerta cerrarse, ya no tenía salida por mas que quisiera huir. ¿Huir? Nunca. Smoking Bomb Hayato nunca huiría de un jodido bastardo como era él, mucho menos cuando anhelaba sus caricias, sus besos… sentir el roce de su cuerpo desnudo contra el propio.
— Ah… es-espera. Has dicho que querías hablar, ¿mentiste también? - El albino se hizo espacio para poder hablar, mas no recibió respuesta alguna mas que un chasquido de lengua.
A pesar de ello alzo los brazos con la intención de rodear su cuello, momento en el que el moreno aprovecho para retirarle de un brusco movimiento aquella camiseta. Los besos ese día eran furtivos, deseosos… como si no hubiera un mañana para ninguno, y eso al joven albino no le importó, respondía a cada uno de ellos con igual o mayor brusquedad.
Los minutos pasaban y ninguno de los dos eran conscientes de ello, tan solo se entregaban mutuamente en aquella pelea de besos, buscando el dominante de esa ocasión aunque, por mas que Gokudera lograra dominar en aquella batalla al bastardo, siempre era Yamamoto quien llevaba las riendas.
Takeshi al fin abandonó aquella guerra para descender por aquella pálida piel, depositando pequeños besos sobre su cuello hasta llegar a su hombro, donde detuvo el pequeño camino para lamer con la punta de la lengua la piel hasta llegar al lóbulo, atrapándolo en una pequeña mordida y así provocando un ligero espasmo en el que se encontraba acorralado.
— Lo lamento… - pronunció en un susurro antes de descender hasta su pecho, acariciando cara centímetro de aquella piel.
Acababa de quedar como un incrédulo, no había entendido que era lo que lamentaba y sus ojos, completamente abiertos, denotaban la sorpresa. Empujó al moreno viéndole de forma furiosa, odiaba que le dejaran con la dichosa intriga y mas cuando su cuerpo se encontraba totalmente despierto.
— ¿Pero qué coño…?
El moreno tan solo sonrió, sin embargo esa sonrisa dejó el cuerpo del albino petrificado. No había sido sincera, había sido llena de melancolía, ¿acaso el muy idiota se había cansado de esperarle?
— Lo siento, Hayato…
— ¡No me llames por mi nombre! ¡Dime qué narices te pasa a ti ahora!
— No puedo decírtelo - aquella sonrisa desapareció e inclinó la cabeza, dejando a ver un rostro opaco completamente diferente al que acostumbraba a mostrar Yamamoto.
Apretó los puños con fuerza, ya le importaba bien poco el que su cuerpo reclamara por ser tocado de nuevo y seguir hasta el punto de fundirse con el ajeno. Odiaba que le hiciera esas cosas; le odiaba a él.
— Vete…
— ¿Qué?
— ¡Que te largues de una vez y no vuelvas! ¡Estoy cansado de que vengas aquí y solo busques sexo para que luego no me cuentes una mierda! ¡Largo!
Ahora el que se encontraba en sorpresa era el joven beisbolista, perplejo por aquellas palabras. ¿Sólo buscar sexo? Frunció el gesto y tomó el rostro del albino entre sus manos para besarle de forma feroz, mordisqueando débilmente aquellos labios para abrirse paso nuevamente a aquella húmeda cavidad.
Gokudera no tuvo ocasión ni de forcejear, estupefacto por aquella acción entreabrió sus labios ante la molestia de los mordiscos, a lo que el moreno aprovecho para invadirle y recorrer aquella cavidad con deleite, sabía que era sería su última oportunidad después de aquellas palabras. El albino no tardó en reaccionar y trató de apartarle a empujones, mas al ver que el otro ponía toda su insistencia en no ser apartado pateó su espinilla provocando que este dejara escapar un quejido y abandonara su tarea.
— ¡¿Por qué has hecho eso?! - preguntó molesto.
— ¡Te he dicho que te largues! ¿Acaso además de idiota eres sordo?
El ambiente en el lugar había dejado de ser acogedor, ambos se encontraban molestos -por diferentes razones- y con ganas de dejarle las cosas claras al otro. Yamamoto tomó ventaja ante el cuerpo tembloroso del albino y lo derribó al suelo sin pudor alguno.
— Tsh… ¡Bastardo!
No le dio tiempo a coger de sus bombas pues el moreno ya estaba sentado ahorcajadas encima suya, sosteniéndole con fuerza las muñecas.
— ¿Solo busco sexo? - susurró inclinándose hasta rozar sus labios con los propios. - Está claro que nunca me aceptarás como algo mas que un compañero de trabajo.
Quedó callado… ese sin duda era el momento de soltarle que eso era mentira, que le amaba desde antes del primer encuentro en un hotel, que si se acostaba con él no era por tan solo saciar su apetito sexual. Sin embargo, sus cuerdas vocales se negaron a dejarle hablar. La mirada de Yamamoto cambió de un segundo para otro, de mostrar tan solo una ira incontrolable pasaron a mostrar desesperación, preocupación… con aquellas palabras había mantenido la esperanza de que Gokudera le hubiera dicho la verdad; sabía que el albino le amaba pero quería escucharle aunque así tan solo se hiciera daño a si mismo. Se incorporó con los ojos cerrados y se encaminó hacia la puerta.
— No quiero lastimarte mas de lo que acabo de hacer. Supongo que es un hasta siempre, ¿no?
Sin mas a decir salió de aquel departamento, cerrando la puerta con cuidado de no hacer demasiado escándalo. Gokudera por su parte quedó tirado en el suelo, con la mirada clavada en el techo buscando aquellas palabras que tendría que haber dicho hace unos instantes.
— Maldito idiota.
Se incorporó rápidamente y corrió con la esperanza de que no se hubiera ido todavía, sin embargo al abrir la puerta y no verle en ningún lado su esperanza se esfumó. En verdad se había ido esta vez y no… ¿no iba a volver? Cayó arrodillado, ambos habían sido estúpidos, habían parecido críos peleando por tonterías. Si, eso, seguramente Yamamoto volvería con su radiante sonrisa como si esa pelea no hubiera existido nunca, explicándole algún chiste malo para hacerle reír aun a sabiendas que solo se burlaría de su mal gusto.
— ¡Maldito idiota!
Y ahí estaba él, arrodillado a la espera de que él volviera.
¿Por qué…? ¿Por qué esa vez le había dolido tanto la pelea? ¿Acaso no peleaban día si y día también?
Era la primera vez que sentía esa opresión en el pecho. Quiso creer que era un futuro resfriado por el frío de la tormenta que seguía azotando la ciudad con fuerza, pero sabía que no era mas que la sensación de saber que no le iba a volver a ver como hasta ahora, que quizá después de eso le pidiera a juudaime que le cambiara de ciudad y así no volverle a ver mas.
La noche pasó y después de la tormenta llegó la calma. La ciudad estaba rodeada por la frescor de la lluvia pasada, las telarañas que habían permanecido intactas al viento brillaban de una forma perfecta y preciosa ante las pequeñas gotas que las adornaban. Sin duda, una mañana preciosa si se descontaban algunos molestos charcos.
Todo estaba tranquilo, a lo lejos se podía escuchar ya a alguien huyendo de las tonfas del que un día había sido el prefecto del colegio. Sin embargo, para alguien no parecía un día perfecto.
Él seguía arrodillado en el suelo y apoyado en la pared cercana a su puerta, sin nada que cubriera su pecho y completamente dormido. Le había esperado toda la noche, pero nadie regresó.
Despertó al sentir una enorme holeada de calor recorrerle el cuerpo, acompañado por un estornudo. Bien, ¡genial! Ahora además había pillado un buen constipado. Se levantó tras limpiar aquellas lágrimas secas que habían quedado al momento de dormirse y entró como un cuerpo vacío. A penas podía abrir los ojos. Caminó hacia la cocina con la intención de prepararse un café caliente, eso sería lo mejor para despejarse y poder ir al encuentro con su adorado juudaime. Si el muy idiota no iba a mirarle podían darle viento fresco, mientras juudaime estuviera a su lado nada iba a cambiar para él. Fue a cambiarse la ropa por aquel traje negro con el que iba a trabajar mientras esperaba que el desayuno estuviera listo. Una vez acabado se apoyó en la encimera, sosteniendo aquella taza caliente. ¿Por qué a pesar de todo seguía sintiendo aquella opresión?
Y el teléfono sonó.
Corrió procurando no verter el líquido de la taza hasta llegar a el, sonriendo como un idiota al pensar que sería él, que seguramente todo sería como había pensado, sin embargo al escuchar la voz de Tsuna nombrándole toda sonrisa desapareció.
— Ah, juudaime. Ahora mismo estaba desayunando para ir a su encuentro. ¿Qué le hizo llamarme a estas horas de la mañana?
— Gokudera-kun… - su voz sonaba distante y se quebró en un par de ocasiones con tan solo nombrarle.
— ¿Qué le ocurre?
— Es… Yamamoto.
— ¡¿Qué hizo ese idiota?! ¡Le golpearé como le haya echo algo! - a pesar de querer sonar como siempre al recordarle podía notarse un vacío en su voz.
— Él… - Sawada no encontraba las palabras, dejando a Gokudera completamente en duda. - No, ahm… él. - Y de nuevo, las palabras no querían salir en el castaño.
— ¿Juudaime?
— Esta mañana lo han encontrado unos hombres de Dino-san… Yamamoto ha muerto.
Y el corazón se detuvo.
Continuara~
2 comentarios:
noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo yamamotooooooo u_u (mar de lagrimas*)
waaaaaaaaaaaaaaaa u_u quiero leer la continuacion...
soñare con esto estoy segura u_u
gracias muy bueno...mas bien me encanto...
kede estupifacta!
habra continuacion no?
Y///Y
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